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1° Historia

Los místicos de Jonia escrutan los misterios más profundos de Valoran, llegando a los lugares más recónditos de la espiritualidad. Sus adeptos son algunos de los más devotos defensores de la iluminación y la armonía... pero siempre hay quien decide seguir un camino diferente. Nacido en un claro verde bajo una luna roja, Udyr siempre se ha sentido obligado a seguir sus instintos primarios. Su voluntad no era intemperada: era indómita. De joven, trabajó duramente en la granja de su padre, pero sentía una conexión mucho más profunda con los caballos salvajes que pacían en los campos lejanos que con los pueblerinos que venían de visita. Con frecuencia era arrastrado hasta la casa por las noches, entre golpes y reprimendas, cuando sus padres lo encontraban durmiendo a la intemperie.

El día de su décimo sexto cumpleaños, Udyr se despidió de su familia y partió hacia el este, resuelto a despojarse de las trampas de la sociedad civilizada. Libre de los grilletes de las expectativas culturales, Udyr bebió del pozo de su ferocidad interior incógnita. Sus sentidos salvajes salieron a la superficie y dejó que lo abrumasen. Fue en ese momento que Udyr perdió verdaderamente su humanidad. Los cazadores furtivos y los viajeros que entraban en su territorio corrían un riesgo terrible y rara vez lo abandonaban con vida.

Un día, un monje que iba de camino atravesó sus bosques. Udyr decidió asustarlo, saltando desde un arbusto cercano. El monje se giró, con indiferencia, e hizo a Udyr a un lado. Lleno de rabia, intentó vencerlo una y otra vez, pero el monje era inexpugnable. Cuando Udyr se rindió, preso de la fatiga, el monje le indicó, con un gesto, que lo siguiera. Juntos caminaron en silencio hasta el monasterio de Hirana. Los monjes lo acogieron y le enseñaron a dominar su furia animal... la mayor parte del tiempo.

Historia

Udyr es más que un hombre, es un recipiente para el poder indomable de cuatro espíritus de animales primigenios. Al explotar las naturalezas animales de los espíritus, Udyr puede emplear su fuerza única: el tigre le proporciona velocidad y ferocidad, la tortuga resistencia, el oso poder y el fénix la llama eterna. Con estos poderes combinados, Udyr puede aplacar a todo aquel que intente perjudicar el orden natural.

En Freljord hay una casta única que vive fuera de la sociedad de esas tierras salvajes. Son los custodios del mundo natural: los Caminantes Espirituales. Una vez cada generación, nace un niño bajo una luna de color rojo sangre, un niño que se dice que vive entre dos mundos: el de los espíritus y el de los hombres. Se lleva al niño ante el Caminante Espiritual para que continúe el linaje chamánico. Udyr fue tal niño, y conocía el aullido de los lobos de la tundra incluso antes que la lengua de sus ancestros. Con la ayuda del Caminante Espiritual, Udyr podría aprender el sentido de las llamadas espirituales y atender al equilibrio de la naturaleza. El Caminante Espiritual le dijo a Udyr que sería puesto a prueba más que los anteriores a él, los espíritus de Freljord estaban poniéndose nerviosos, aunque la razón permanecía oculta.

La respuesta a esta tensión llegó durante el mortífero invierno, una figura temible de la que sólo se sabía a través de susurros asustados descendió sobre Udyr y el Caminante Espiritual: la Bruja de Hielo. Consciente de que el chico caería presa de su magia fácilmente, el Caminante Espiritual lo protegió de su ataque a costa de su propia vida. Superado por el dolor, Udyr aulló lleno de furia, y sintió que Freljord aullaba con él. En ese momento, el niño acogió la naturaleza primigenia de los espíritus y se convirtió en una bestia. El rugido de Udyr, ya con todo su poder, hizo temblar las cumbres y provocó una avalancha torrencial. Cuando Udyr logró abrirse camino para salir del hielo, la Bruja de Hielo ya no parecía estar allí.

Durante años, la tribus del norte evitaron al salvaje y sus dominios. Pero un día, Udyr olisqueó a un intruso temerario. Tenía la determinación de atacar al extraño para expulsarlo de su territorio, pero el ataque fue esquivado con facilidad. El salvaje se abalanzó sobre el hombre una y otra vez, pero cada vez el ataque era repelido constantemente. Derrotado y exhausto, Udyr se calmó y preguntó torpemente al extraño quién era. Lee Sin había venido en busca de las enseñanzas del Caminante Espiritual, pero encontró a un hombre perdido en su lugar. El monje prometió ayudar a Udyr a volver a encontrar su camino y lo guió a un monasterio que se decía que estaba protegido por cuatro espíritus eternos portadores de gran poder y sabiduría. Allí, Udyr encontraría la armonía.

Lee Sin llevó a Udyr a unas tierras que contrastaban notablemente con su lugar de nacimiento. La supervivencia no era la única ley que gobernaba las vidas de los jonios y las criaturas de esas tierras. Por primera vez, Udyr se sintió en paz con los espíritus que lo rodeaban y encontró consuelo en compañía de humanos. El tiempo que pasó con los monjes le enseñó a controlar sus instintos, mientras que su contacto con los antiguos espíritus del templo le otorgó sabiduría. Gracias a ambas cosas, Udyr aprendió a aceptarse de verdad como el nuevo Caminante Espiritual.

Udyr le debía mucho a los jonios. Era una deuda que nunca le reclamaron, pero que él, sin duda, les pagaría infinidad de veces. Cuando tuvo lugar la invasión de los ejércitos de Noxus, Udyr no se quedó de brazos cruzados mientras los violentos soldados oprimían a los pacíficos jonios. No había olvidado cómo usar sus dientes. Udyr saltó sobre los ejércitos enemigos con toda la ferocidad de una bestia atrapada, y dio a los invasores un buen motivo para temer al mundo salvaje. Cayendo desde los árboles, sus garras trituraban a los noxianos. En los ríos, los arrollaba como si fuese la marea. Y en los campos, los consumía con la feroz vida salvaje. La ira de Udyr sólo se relajó cuando los noxianos huyeron con el rabo entre las piernas.

La paz regresó a Jonia, pero Udyr todavía notaba que había algo que no le permitía descansar. Los espíritus de Freljord lo llamaban, avisándolo de que un mal antinatural iba a emerger del hielo. Udyr comprendió la amenaza auténtica que suponía la Bruja de Hielo para su hogar: era el heraldo de una oscuridad mayor que pronto envolvería la tierra. Armado con los poderosos espíritus del templo, Udyr regresó a Freljord en busca de defender el mundo natural de todo lo que pudiese amenazar su equilibrio.

La voluntad de la naturaleza se cumple a través de nosotros.

-- Udyr

Udyr es más que un hombre, es un contenedor para el poder indomable de cuatro espíritus de animales primigenios. Al explotar las naturalezas animales de los espíritus, Udyr puede usar su fuerza única, el tigre le proporciona velocidad y ferocidad, la tortuga resistencia, el oso poder y el fénix la llama eterna. Con estos poderes combinados, Udyr puede aplacar a todo aquel que intente perjudicar el orden natural.

En el Fréljord hay una casta única que vive fuera de la sociedad de esas tierras salvajes. Son los custodios del mundo natural: los cambiapieles. Una vez cada generación, nace un niño bajo una luna de rojo sangre, un niño que se dice que vive entre dos mundos: el de los espíritus y el de los hombres. Se lleva al niño ante el Cambiapieles para que continúe el linaje chamánico. Udyr fue ese niño y conocía el aullido de los lobos de la tundra incluso antes que la lengua de sus ancestros. Con la ayuda del Cambiapieles, Udyr podría aprender el sentido del llamado espiritual y tender al equilibrio de la naturaleza. El Cambiapieles le dijo a Udyr que sería puesto a prueba más que los anteriores a él, los espíritus del Fréljord estaban poniéndose nerviosos, aunque la razón permanecía oculta.

La respuesta a esta tensión llegó durante el mortífero invierno, una figura temible de la que sólo se sabía a través de susurros asustados descendió sobre Udyr y el Cambiapieles, era la Bruja de Hielo. Consciente de que el chico caería presa de su magia fácilmente, el Cambiapieles lo protegió de su ataque a costa de su propia vida. Superado por el dolor, Udyr aulló lleno de furia, y sintió que el Fréljord aullaba con él. En ese momento, el niño acogió la naturaleza primigenia de los espíritus y se transformó en una bestia. El rugido de Udyr, ya con todo su poder, hizo temblar las cumbres y provocó una avalancha torrencial. Cuando Udyr logró abrirse camino para salir del hielo, la Bruja de Hielo ya no parecía estar allí.

Durante años, la tribus del norte evitaron al salvaje y sus dominios. Pero un día, Udyr olisqueó a un intruso temerario. Tenía la determinación de atacar al extraño para expulsarlo de su territorio, pero el ataque fue esquivado con facilidad. El salvaje se abalanzó sobre el hombre una y otra vez, pero cada vez el ataque era repelido. Derrotado y exhausto, Udyr se calmó y preguntó torpemente al extraño quién era. Lee Sin había venido en busca de las enseñanzas del Cambiapieles, pero encontró a un hombre perdido en su lugar. El monje prometió ayudar a Udyr a volver a encontrar su camino y lo guió a un monasterio que se decía que estaba protegido por cuatro espíritus eternos portadores de gran poder y sabiduría. Allí, Udyr encontraría la armonía.

Lee Sin llevó a Udyr a unas tierras que contrastaban notablemente con su lugar de nacimiento. La supervivencia no era la única ley que gobernaba las vidas de los jonios y las criaturas de esas tierras. Por primera vez, Udyr se sintió en paz con los espíritus que lo rodeaban y encontró consuelo en compañía de humanos. El tiempo que pasó con los monjes le enseñó a controlar sus instintos, mientras que su contacto con los antiguos espíritus del templo le otorgó sabiduría. Gracias a ambas cosas, Udyr aprendió a aceptarse de verdad como el nuevo Cambiapieles.

Udyr le debía mucho a los jonios. Era una deuda que nunca le reclamaron, pero que él, sin duda, les pagaría infinidad de veces. Cuando tuvo lugar la invasión de los ejércitos de Noxus, Udyr no se quedó de brazos cruzados mientras los violentos soldados oprimían a los pacíficos jonios. No había olvidado cómo usar sus dientes. Udyr saltó sobre los ejércitos enemigos con toda la ferocidad de una bestia atrapada, y dio a los invasores un buen motivo para temer al mundo salvaje. Cayendo desde los árboles, sus garras trituraban a los noxianos. En los ríos, los arrollaba como si fuese la marea. Y en los campos, los consumía con la feroz vida salvaje. La ira de Udyr sólo se relajó cuando los noxianos huyeron con el rabo entre las piernas.

La paz regresó a Jonia, pero Udyr todavía notaba que había algo que no le permitía descansar. Los espíritus del Fréljord lo llamaban, avisándolo de que un mal antinatural iba a emerger del hielo. Udyr comprendió la amenaza auténtica que suponía la Bruja de Hielo para su hogar: era el heraldo de una oscuridad mayor que pronto cubriría la tierra. Armado con los poderosos espíritus del templo, Udyr regresó al Fréljord en busca de defender el mundo natural de todo lo que pudiese amenazar su equilibrio.

La voluntad de la naturaleza se cumple a través de nosotros.

-- Udyr

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